Objetivo 12: Producción y consumo responsable

 El Objetivo 12 pretende garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles, algo

fundamental para sostener los medios de subsistencia de las generaciones actuales y futuras.

Nuestro planeta se está quedando sin recursos, pero el índice de población sigue creciendo. En

caso de que la población mundial alcance los 9800 millones de personas en 2050, se podría

necesitar el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales

necesarios para mantener los estilos de vida actuales.

Para reducir nuestros niveles de consumo, debemos cambiar nuestros hábitos de consumo, y

una de las principales medidas que debemos adoptar es sustituir los sistemas de suministro

energético por otros más sostenibles. Las crisis mundiales provocaron un resurgimiento de las

subvenciones a los combustibles fósiles, que casi se duplicaron de 2020 a 2021.

Se están produciendo cambios prometedores en las empresas, como la tendencia al aumento

de la elaboración de informes de sostenibilidad ―que en apenas unos años se ha visto casi

triplicada―, lo que demuestra un mayor nivel de compromiso y concienciación sobre la

necesidad de dar prioridad a las prácticas sostenibles en todos los sectores empresariales.

El desperdicio de alimentos es otro indicio del consumo excesivo. Abordar la pérdida de

alimentos es urgente y requiere políticas específicas basadas en datos, así como inversiones

en tecnologías, infraestructuras, enseñanza y supervisión. A pesar de que una gran parte de la

población mundial pasa hambre, cada año se desperdicia la asombrosa cantidad de 931

millones de toneladas de alimentos.

¿Por qué debemos cambiar nuestros hábitos de consumo?

El progreso económico y social conseguido durante el último siglo ha estado acompañado de

una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los mismos sistemas de los que

depende nuestro desarrollo futuro y, ciertamente, nuestra supervivencia.

Para que la transición tenga éxito, es necesario potenciar el aprovechamiento eficaz de los

recursos, tener en cuenta todo el ciclo de vida de las actividades económicas y participar

activamente en los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente.

¿Qué tiene que cambiar?

Son muchos los hábitos de consumo que, si se modifican ligeramente, pueden tener un gran

impacto en la sociedad.

Los gobiernos deben implantar y poner en práctica políticas y normativas que recojan medidas

como el establecimiento de objetivos para reducir la generación de residuos, el fomento de

prácticas de economía circular, y el apoyo a políticas de contratación sostenible.

La adopción de una economía circular implica diseñar productos duraderos, reparables y

reciclables. También implica promover prácticas como la reutilización, el reacondicionamiento y

el reciclaje de productos para minimizar los residuos y el agotamiento de los recursos.

Además, se puede adoptar un estilo de vida más sostenible: consumir menos, elegir productos

con menor impacto ambiental y reducir la huella de carbono de nuestras actividades cotidianas.

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